La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), contribuye al fortalecimiento de la relación entre la ciencia, la investigación y el desarrollo, así como a la ciencia misma. Por ejemplo, mediante su labor en el ámbito de los datos, y la generación de innovaciones.
La FAO transforma la ciencia y la innovación generada por otros agentes en instrumentos prácticos y orientación sobre políticas para el desarrollo.
La entidad también brinda apoyo a los países en relación con prácticas, enfoques, metodologías e instrumentos innovadores. Además respalda procesos, plataformas y mecanismos de múltiples partes interesadas de carácter innovador e impulsados por la ciencia.
Teniendo en cuenta el lugar que ocupa como organismo especializado de las Naciones Unidas y facilitador de procesos intergubernamentales, la FAO está bien posicionada para poner en contacto a asociados técnicos, financieros y para el desarrollo, encargados de formular políticas, productores, científicos e innovadores de todos los sectores de los sistemas agroalimentarios en torno a un programa mundial compartido.
La FAO se encuentra en una situación única para reunir a todos los agentes que conforman los sistemas agroalimentarios con el objetivo de examinar y analizar cuestiones científicas controvertidas, incluidas las asimetrías de poder y las desigualdades socioeconómicas.
La FAO también se encuentra en una situación única para ayudar a sus Miembros a fortalecer los acuerdos políticos nacionales con el fin de mejorar la ciencia y la innovación, determinar prioridades de investigación a escala regional y mundial y transmitirlas a las principales instituciones de investigación.
La ciencia, la tecnología y la innovación
La ciencia, la tecnología y la innovación son factores centrales de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y se destacan numerosas metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Varias de estas metas están relacionadas con los sistemas agroalimentarios y hacen referencia a la tecnología y la infraestructura rural, el uso del agua y la tecnología marina, respectivamente.
Otros ODS incluyen metas enfocadas en la tecnología en relación con la energía, el empoderamiento de las mujeres, la infraestructura y la industrialización, y los medios de ejecución.
La innovación se incluye en torno a la productividad económica, la creación de puestos de trabajo decentes, el desarrollo industrial y las capacidades de los países en desarrollo.
La ciencia junto con la tecnología y la innovación, se reconoce como medio esencial para la consecución de los ODS.
El Mecanismo de Facilitación de la Tecnología de la Agenda 2030 y su Equipo de tareas interinstitucional de las Naciones Unidas sobre la ciencia, la tecnología y la innovación, en el que la FAO toma parte activa, ofrecen un mecanismo de cooperación de múltiples partes involucradas para promover la coordinación dentro del sistema de las Naciones Unidas.
Como producto de la era de la información, hay más formas de emplear la tecnología en la agricultura. En este sentido, las empresas agrícolas depositan su confianza en la tecnología agrícola para mejorar la gestión de los campos, que es sólo una de las muchas formas en que las innovaciones han cambiado la producción agrícola.
El uso de insumos como fertilizantes y pesticidas se puede reducir con la ayuda de software agrícola avanzado. Otro beneficio es que la tecnología agrícola ayuda a reducir contaminantes nocivos, como el dióxido de carbono. Esto es posible gracias a la racionalización del proceso de producción agrícola y la eliminación de pasos innecesarios.
Con la tecnología de modificación genética, los productores pueden crear semillas mejor preparadas para enfrentar las condiciones específicas de su clima y suelo nativo.
De esa forma se pueden cultivar nuevas cosechas con la ayuda de fertilizantes aplicados con precisión al suelo.También, la mecanización de los procesos mejora la productividad y la eficiencia de la industria agrícola en todos los ámbitos, incluidas la siembra, la cosecha y la distribución.
En resumen, hoy en día, el impacto positivo de la tecnología en la agricultura está a cargo de la biotecnología, la nanotecnología y las tecnologías de la información y la comunicación, permitiendo aumentar el rendimiento de los cultivos de forma más sostenible.
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