En relación al proceso que interviene en la agricultura de precisión, la cartografía puede considerarse el resultado final que condensa toda la información generada.
La cartografía es la representación en forma de mapa de todos los elementos superpuestos uno sobre el otro, en donde previamente se descartó la información innecesaria y de esa forma se tiene el conocimiento necesario sobre el estado del cultivo.
Las capas de información de suelo, clima, cobertura y cultivo son superpuestas una sobre la otra, junto con información vectorial de las parcelas en un gestor de sistemas de información geográfica SIG. Después son coloreadas de manera tal que puedan ser fácilmente interpretadas. Estos mapas son denominados ya en su etapa final, mapas agropedológicos.
El color juega un papel importante en la comprensión de los mapas. Los colores pertenecientes a paletas rojas o amarillas suelen usarse para mostrar información negativa, mientras que los colores azulados o verdosos, suelen aplicarse para informar sobre el estado positivo del cultivo.
En otros mapas, el rojo indica que no existe actividad fotosintética. Esto puede significar plantas muertas o simplemente suelo desprovisto de vegetación, mientras que el verde hace referencia a la vigorosidad de las plantas.
Es por eso que una incorrecta elección de colores puede dificultar una correcta interpretación de los mapas.
La toma de decisiones en la agricultura de precisión
Una decisión puede significar el éxito o el riesgo en el desarrollo de los cultivos. Por lo que apoyado en la información proporcionada en la agricultura de precisión, el productor puede tomar la decisión que mejor resultados le brinde y garantice sus rendimientos.
Una vez alcanzados los mapas agropedológicos, el especialista debe gestionar los recursos con el objetivo de poder enfrentar una problemática detectada en el cultivo o prepararse para cualquier eventualidad. Por esto, dichas decisiones pueden ser de carácter preventivo u operativo.
Ambos tipos de decisión deben trabajar de forma conjunta ya que se complementan para garantizar los máximos rendimientos posibles.
Decisión preventiva
El carácter preventivo es esencial debido a que garantiza que si se llegan a detectar inconvenientes, el productor tenga las herramientas preparadas para poder afrontarlo con el mínimo compromiso de los rendimientos.
Ejemplos de acciones preventivas pueden ser las medidas utilizadas para el control de plagas o enfermedades que tradicionalmente afectan al cultivo y están presentes en el área.
Estudios dan cuenta de que las muestras georeferenciadas en campo y rastreo de huevos correspondientes a algún insecto plaga, permite la generación de mapas interpolados de comportamiento del mismo, provocando un alerta temprana sobre su posible distribución, como la localización de las condiciones ambientales favorables para al insecto, permitiendo de este modo que se preparen los mecanismos de control.
Una vez detectado algún tipo de problema, las decisiones operativas implican ejecutar las medidas necesarias para superarlo.
Dentro de las decisiones operativas están:
- La operación de sistemas de riego o la dosificación de fertilizantes si se detectan áreas con pobre crecimiento vegetal.
- La aplicación de controles químicos o biológicos para las plagas y enfermedades, entre muchas otras medidas.
Los mecanismos operativos favorecen el control adecuado y oportuno, por lo que están directamente relacionados con el manejo eficiente de los recursos, y por ende mejores beneficios económicos para el agricultor.
Por otro lado, y desde un punto de vista ambiental, las decisiones operativas significan menos agroquímicos al ecosistema, lo que previene la contaminación de aguas subterráneas por lixiviación de contaminantes y/o reduce el efecto perjudicial de los biocidas sobre insectos polinizadores.
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