La vida submarina y el cuidado de los ecosistemas: objetivos de la Agenda 2030

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La temperatura, química, corrientes y vida de los océanos del mundo, mueven sistemas mundiales que hacen que la Tierra sea habitable para la humanidad. En ese sentido, la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible ha incluido estos factores entre sus objetivos. 

Históricamente, los océanos y los mares han sido aspectos vitales del comercio y el transporte. En esa línea, la Agenda 2030 ha integrado su cuidado dentro de los objetivos y metas para el desarrollo sostenible

Los niveles de precipitaciones, el agua potable, el clima, el tiempo, las costas, gran parte de nuestros alimentos e incluso el oxígeno del aire que respiramos proviene, en última instancia del mar y son regulados por este. 

Es por eso que resulta fundamental una gestión prudente de este recurso mundial esencial para generar un futuro sostenible.

La vida de ecosistemas terrestres

El 30% de la superficie terrestre está cubierta por bosques y estos, más allá de proporcionar seguridad alimentaria y refugio, son fundamentales para enfrentar el cambio climático, debido a que resguardan la diversidad biológica y las viviendas de la población indígena. 

Anualmente, desaparecen 13 millones de hectáreas de bosque y la degradación persistente de las zonas áridas ha generado la desertificación de 3.600 millones de hectáreas.

La deforestación y la desertificación, provocadas por las actividades humanas y el cambio climático, suponen grandes desafíos para el desarrollo sostenible y han perjudicado las vidas y los medios de vida de millones de personas en la lucha contra la pobreza. 

En ese sentido, se están poniendo en marcha distintas medidas orientadas a la gestión forestal y la lucha contra la desertificación.

Paz, Justicia e Instituciones 

Dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible propuestos está la promoción de sociedades pacíficas e inclusivas, la provisión de acceso a la justicia para todos y la construcción de instituciones responsables y eficaces para todos los niveles.

De este modo, para que la Agenda 2030 resulte eficaz, se necesitan alianzas entre los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil. 

Dichos acuerdos integrales se construyen sobre la base de principios y valores, una visión compartida y objetivos comunes que le dan prioridad a las personas y al planeta, y son necesarios a nivel mundial, regional, nacional y local.

Ante un escenario marcado por la desigualdad social y la pobreza, es preciso aplicar medidas urgentes que tengan como premisa movilizar, reorientar y aprovechar billones de dólares de recursos privados para generar transformaciones a fin de alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. 

En esa línea, se necesitan inversiones a largo plazo, por ejemplo la inversión extranjera directa, en sectores claves, en particular en los países en desarrollo. 

Entre estos sectores figuran la energía sostenible, la infraestructura y el transporte, así como las tecnologías de la información y las comunicaciones. 

A partir de estas inversiones, el sector público deberá establecer una orientación clara al respecto. Además, deberán reformularse los marcos de examen y vigilancia, los reglamentos y las estructuras de incentivos que faciliten esas inversiones a fin de atraer nuevas inversiones y fortalecer el desarrollo sostenible. 

También se debe trabajar sobre los mecanismos nacionales de vigilancia, en particular las instituciones superiores de auditoría y la función de fiscalización que corresponde al poder legislativo.

Todas estas acciones comprenden retos para las diferentes comunidades a fin de ir logrando los objetivos propuestos en la Agenda 2030 y que, mediante inversiones, planes estratégicos y vinculaciones de poderes, puedan lograr una mayor equidad social y promover un desarrollo sostenible global. 

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